Segundo encuentro de MIEL: equipo y liderazgo

Por: Milagro Pereyra Iraola

11/20/2019

El camino de tomar decisiones, las charlas que hacen a la dinámica de un equipo y los tipos de liderazgo fueron los temas de los que nos ocupamos en el segundo encuentro de MIEL, esta vez, en lugares retirados de la civilización y aprendiendo de la naturaleza, la experta en el trabajo en equipo.

 

Hace algunas semanas terminamos la tanda del segundo encuentro de MIEL. Decimos “tanda” porque fueron tres destinos, bien distintos pero que generosamente nos regalaron algo en común: una nueva oportunidad de compartir.

Arrancamos por Córdoba. Habíamos estado en la capital hacía algunas semanas así que, esta vez, nos sumergimos tierra adentro e hicimos varios kilómetros de curvas (y poca señal) y llegamos a Umepay. Para los que no conocen este lugar mágico, recomendamos que rumbeen sus próximas vacaciones hacia este lado y conozcan sus miles de iniciativas que crean un nuevo concepto de vivir en comunidad.

Nuestro trajín siguió la semana siguiente en Arrecifes, Buenos Aires, donde la Estancia el Sosiego hizo honor a su nombre y nos recibió con un paisaje en calma y fuegos prendidos por todos lados. ¿Y en Mendoza? Conocimos Villa Trinidad, una casona antigua rodeada de viñedos en Luján de Cuyo.

Fueron dos días en cada uno de estos destinos bien retirados del ruido. Nos encontramos con la naturaleza para llegar a la propia, a la naturaleza de cada emprendimiento: a las personas.

 

 El viaje del héroe

El primer día hablamos sin tapujos sobre liderazgo. Ese término (que tanto miedo da) se convirtió en el eje de nuestras conversaciones. Ya en el autodiagnóstico que cada equipo completó hace unos meses, los habíamos invitado a pensar en qué tipo de líder se considera cada uno y qué cosas se pueden mejorar.

Para empezar, nos sumergimos en el viaje del héroe. Esta teoría elaborada por Joseph Campbell plantea que todas las historias recorren un camino en común. Primero se genera una incomodidad que nos empuja a emprender una partida, una invitación a salir de lo conocido. Luego surge la iniciación, con los desafíos y obstáculos de entrar a lo desconocido. Y por último emprendemos el retorno con la intención de compartir en comunidad todo lo aprendido.

El camino del emprendedor que se propone transformar una situación social o ambiental específica a través de su negocio, tiene mucho en común con el de este héroe que se incomoda, se anima a salir y después vuelve y comparte. Por eso, cada uno escribió su historia y después se la contó a otro, mientras emprendimos una caminata de a dos. Ya en contacto con la naturaleza, dedicamos unos minutos a deleitarnos con la inmensidad de la que somos parte.

A la tarde hablamos largo y tendido sobre los arquetipos e hicimos especial foco en cuatro de ellos (el cuidador, el regente, el mago y el creador) y cerramos el día con charlas y guitarras alrededor de un fogón.

 

 Todos/as para el mismo lado

El segundo día hablamos de nuestros equipos. Partimos de la herramienta T, que habíamos presentado en el primer encuentro y que cada emprendimiento se había llevado como tarea para completar en profundidad. Cada emprendedor hizo una lista de (¡todas!) las actividades que se necesitan para crear su propuesta de valor y se dedicó a pensar en cada persona que las lleva adelante. ¿Cuál es su potencial? ¿Están bien distribuidas las tareas? ¿Hacen falta más personas para desarrollarlas? Reflexionamos sobre el cuidado a cada una de estas personas y pensamos en qué necesitan, cómo se sienten y cómo las podemos acompañar.

Esto nos hizo pensar en esas conversaciones que son difíciles de encarar, la cultura de nuestras organizaciones, cómo surgen las ideas y la creatividad en nuestros equipos y los procesos necesarios para tomar decisiones. Lo hicimos en grupos que iban rotando y compartiendo sus experiencias para cultivar el aprendizaje colectivo de la comunidad.

Mientras todo esto pasaba, se había tejido en secreto la dinámica del cuidador invisible. El primer día repartimos a cada uno papelito con el nombre de otro participante, al que tenía que prestar especial atención, descubrir algo que no sabía sobre él, estar atento a lo que decía y a lo que necesitaba. Al terminar los dos días, confesamos a quién estábamos “cuidando” y compartimos cómo nos sentimos cuidando y siendo cuidados. Porque también de eso se trata formar equipos.

Y así, como el héroe que vuelve para compartir lo aprendido con su comunidad, volvimos a la ruta para volver a entrar de lleno en nuestras actividades y en nuestros equipos.

Tenemos por delante el último encuentro con cada uno de estos equipos que nos siguen maravillando con sus ganas, sus propuestas, sus reflexiones y su generosidad para compartir.

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